Reseña de El hombre sin amor de Eduard Limónov

En esta recopilación de los ocho mejores relatos de Eduard Limónov, el gran escritor ruso nos dejó un sucinto pero intenso curso de desamor, tanto con las mujeres de su vida, como su pasado, el cual nunca debe intentar ser revivido.

El hombre sin amor, de Eduard Limónov (Fulgencio Pimentel, 2020)

Limónov es uno de los pocos escritores cuya vida ha sido más grande que su literatura, lo que ya es decir, dado el talento del que hizo gala como poeta y narrador. Sus peripecias en Nueva York y París en la década de los ochenta y noventa ocupan más de la mitad de su extensísima obra. 

En 2020, poco después de la muerte de Limónov, la editorial riojana Fulgencio Pimentel sacó adelante una preciosa edición con los ocho mejores relatos cortos de su vasta producción, en lo que constituye una auténtica antología del desamor y de los juegos narrativos del yo que se desdobla y se reinventa. Cuentos autobiográficos que además ofrecen una panorámica del pensamiento del escritor en píldoras bien apretadas: la literatura rusa y sus demonios, la gerontofobia, el eslavismo, la adicción al desenfreno y el desprecio profundo por los valores políticos tanto de la mezquina Unión Soviética como del occidente degenerado y purulento. 

El hilo conductor de todos los cuentos es una relación frustrada, un intento desesperado de recuperar un antiguo amor, la convivencia con prostitutas que celebran el Día de la Madre, el sexo grupal familiar, la mujer como refugio y como destino soteriológico. Todo ello contado con una mezcla multicolor de lenguaje poético, humor sutil, procacidad no exenta de brutalismo y un tono confesional ambiguo en cuanto a la verdad de lo que se cuenta.

Mis dos relatos favoritos son «El doble», por sus referencias a la literatura rusa clásica, por su humor cáustico y temática escandalosa; y «Vacaciones americanas», por su belleza poética y el clasicismo temático que transpira, no exento tampoco de humor impío y transgresor. Este último relato me es también muy querido por sus concomitancias con mis propias obsesiones literarias en torno al amor frustrado y la nostalgia por el pasado.

El volumen se cierra con un valioso ensayo de la traductora Tania Mikhelson, Corpus L., en el que se hace un repaso comprimido pero enjundioso de las constantes literarias y vitales de Eduard Limónov, y que ponen en contexto los cuentos seleccionados para esta antología.

El fundador del Partido Nazbol de Rusia, el hombre que fue a luchar a la guerra de Yugoslavia, el ucraniano de Járkov que apoyó firmemente a los rebeldes del Donbas y la incorporación de Crimea, el escritor salvaje de Nueva York y París, el poeta bohemio del Moscú soviético, y el amante insaciable, curioso, ardiente, sincero e inestable; todo asoma, en dosis pequeñas y grandes, en estos cuentos magníficos y arrasadores que actúan como un chute de adrenalina cruzado con varias botellas de vino peleón. Salvaje.

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